viernes, 24 de junio de 2011

Padre versus madre



En junio se celebra el Día del Padre yupi yupi tuuth tuuth.

Y como suele ocurrir cada año, se celebra el tercer domingo de junio y no en una fecha específica como el Día de la Madre el 10 de mayo -o el Día del Glaucoma el 12 de marzo-.

Al tratar de encontrar un motivo para esta evidente forma de denigrar la figura paterna no hallamos ninguno salvo que las feministas han logrado convencer a la sociedad de que la madre es más importante que el padre.

Y todo se basa en el sofisma de que lo es porque las madres llevan 9 meses a sus hijos en el vientre –a menos que sean sietemesinos- y por ende, eso les da un valor agregado.

Aquí no importa que el padre aporte el 50% de los cromosomas necesarios para formar una nueva vida humana, ni que defina el sexo del bebé, ni que aporte la variabilidad genética de la especie; todo se reduce al acarreo.

Para desencanto de muchas -y muchos con complejo de Edipo-, el hecho de llevar en el vientre a un hijo no es un mérito de las mujeres sino un mero accidente biológico. Las gallinas ponen huevos, los gusanos poliquetos se dividen -eso si está complicado-, y los mamíferos tienen placenta.

Ya sea que se trate de una yegua, de una burra -sin agraviar a las hembristas- o de una mujer; todas las hembras de los mamíferos se reproducen llevando en su vientre a las crías mientras se desarrollan y sobra decir que ellas no han tenido nada que ver con esta decisión.

En realidad, si pudieran hacerlo, la mayoría de las mujeres optarían por otro método de gestación por lo que no tiene mayor mérito aceptar lo inevitable.

Un ejemplo claro lo podemos ver en el hecho de que la mayoría de las mujeres prefiere hoy en día la cesárea al parto natural, con lo que echan por tierra el mito de la sublimación materna, ya que ni siquiera quieren parir literalmente hablando.

Y finalmente no hay que olvidar que lo realmente meritorio –y difícil de soportar- viene después y dura 18 años: el stress para cubrir los gastos de un hijo –incluyendo letras que se vencen-, las noches de insomnio para educarlo –pasando por la edad del porqué y la adolescencia-, la búsqueda de un patrimonio –previa hipoteca-, y los vaivenes con la pareja que siempre amenaza con dejarte.

Les aseguro que en verdad lo cambiaría todo por 9 meses de acarreo.